Santiago de Chile, 26 – 30 de Julio de 2010
En la ciudad de Santiago de Chile se realiza el Seminario: “La pastoral del Mundo del Trabajo en una economía globalizada” con el objetivo de apoyar a las conferencias episcopales en la organización y o fortalecimiento de la pastoral del mundo del trabajo, incluyendo los trabajadores informales y desempleados. Esta iniciativa es promovida por el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano, asisten 35 personas venidas de 14 países de América Latina y de El Caribe.
Los contenidos del presente seminario están orientados a hacer un análisis de la situación en la que se encuentra la Pastoral del Trabajo en cada una de las conferencias episcopales; iluminar con la Palabra de Dios y la Doctrina social de la Iglesia, con énfasis en Aparecida, para elaborar líneas comunes de la Pastoral del trabajo en clave del discipulado misionero, estableciendo bases y criterios comunes para la elaboración de una guía de la Pastoral del trabajo.
El acto inaugural del Seminario estuvo marcado por el calor de la acogida de la Iglesia chilena que expresa en gozo sentido de tener a todos en este país que acoge a todos con alegría y esperanza de saber que se llega al sur como destino definido. Mons. Pablo Lizama, Arzobispo de Antofagasta en su calidad de presidente de la Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Chilena se encargó de dar la bienvenida a todos los participantes, expresando la alegría de tener a todos con este objetivo, agradeciendo de haber escogido a esta Iglesia como sede del Seminario.
Saludo de Mons. José Luis Azuaje a los participantes en el seminario de la pastoral del mundo del trabajo.
Mons. José Luis Azuaje Ayala, Obispo de El Vigía-San Carlos del Zulia en Venezuela, como responsable de la Sección “Laicos Constructores de la Sociedad” del Departamento de Justicia y solidaridad del CELAM, inauguró el seminario en un ambiente de fraternidad sentida.
A nombre del Consejo Episcopal Latinoamericano les damos la cordial bienvenida a este Seminario. Hemos venido de diversos países de América Latina y del Caribe con la inquietud de compartir experiencias y aprendizajes de lo que se está haciendo en la dimensión de la pastoral del mundo del trabajo y desglosar reflexiones que nos ayuden a ubicarnos en la realidad en la cual nos encontramos en esta dimensión, y juntos vislumbrar perspectivas para un mejor servicio desde nuestra dimensión pastoral.
Es bueno conocer que nuestro Departamento de Justicia y Solidaridad, está organizado en tres secciones: Pastoral Social, Movilidad Humana y Laicos Constructores de la Sociedad. A través de los programas que desarrollan cada una de estas secciones, se responde a los permanentes desafíos de la sociedad y permite aproximarnos a las diversas dimensiones sociales con la misión hacer presente la Buena Noticia de Jesucristo en todos los ámbitos de la sociedad. Con esta sentida preocupación, como Iglesia Latinoamericana y caribeña, buscamos aproximarnos al complejo y rico mundo del trabajo.
Con este seminario sobre la Pastoral del Mundo del Trabajo en una economía globalizada buscamos desde el CELAM apoyar a las Conferencias Episcopales en la organización y en el fortalecimiento de esta dimensión específica de la Pastoral. El mundo del Trabajo es muy complejo, tiene que ver con la economía, la política, la empresa y la cultura, pero principalmente tiene que ver con la familia en su desarrollo y perspectiva de futuro. Todas estas dimensiones que conforman la sociedad tienen un fuerte impacto en la organización y fortalecimiento en el mundo del trabajo en nuestro continente. Pretendemos reflexionar para aproximarnos a la realidad del Mundo del Trabajo, y con creatividad encontrar nuevos caminos de compromiso evangelizador en esta dimensión.
El Documento de Aparecida nos invita a “mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Este es el mejor servicio –¡su servicio!– que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones” (DA 14). En este seminario, pretendemos hacerlo en y desde el Mundo del Trabajo, recorriendo un camino personal y comunitario marcado por la fuerte experiencia de Jesucristo con la finalidad de instaurar el Reino de Dios, que es reino de vida, de justicia y de verdad.
El punto focal que marca el inicio de este seminario está impulsado por el aterrizaje necesario del proceso evangelizador de la Iglesia, en la vida concreta de los trabajadores y trabajadoras a partir de la comprensión del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en nuestra historia y culturas concretas. Necesitamos, por tanto, promover y formar Discípulos Misioneros en el Mundo del Trabajo, cuya exigencia es ponernos a la escucha de lo que el Espíritu Santo va diciendo a la Iglesia de cara a esta dimensión.
Todos comprendemos que la realización del trabajo tiene una doble vertiente: la participación en la obra creadora de Dios y en el servicio a los hermanos y hermanas. “Jesús, el carpintero (cf. Mc 6, 3), dignificó el trabajo y al trabajador y recuerda que el trabajo no es un mero apéndice de la vida, sino que “constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la tierra”, por la cual el hombre y la mujer se realizan a sí mismos como seres humanos. El trabajo garantiza la dignidad y la libertad del hombre, es probablemente “la clave esencial de toda ‘la cuestión social” (DA 120). Esto nos invita a entrar en la íntima comunión con Dios y la recreación de lo que Él mismo quiere de cara a la dignificación de las personas. El trabajo es esencial en la vida personal y de servicio a los hermanos, es garantía de realización personal y comunitaria.
La opción preferencial por los pobres y la situación de injusticia y pobreza que viven nuestros pueblos expresada en los rostros sufrientes (cf DA 402), nos deben interpelar en la búsqueda de nuevas propuestas pastorales en los distintos países, así como en el ejercicio de la dimensión profética de la Iglesia, para compartir y acompañar a los que más sufren las injusticias del desempleo, del trabajo infantil y forzado, mujeres maltratadas y explotadas, como también la de aquellos hermanos y hermanas que no tienen seguridad social o se ven amenazados por cuestiones políticas o ideológicas. Son muchas las realidades de dolor que esta dimensión expresa, pero muchas también son las oportunidades de servicio para la Iglesia.
Invito a realizar las reflexiones con plena libertad desde las experiencias personales y comunitarias, con una mirada atenta a lo que va aconteciendo en la cultura de nuestro tiempo, teniendo presente el objetivo de prestar una eficaz ayuda a las Conferencias Episcopales de nuestro continente. Necesitamos escucharnos desde las distintas perspectivas de nuestros países. Hay mucha riqueza conceptual como también buenas prácticas pastorales en esta dimensión de la vida de las personas.
A nombre del CELAM y de nuestro Departamento, agradecemos al Episcopado Chileno en la persona de Mons. Pablo Lizama, responsable de esta Pastoral, y a todos los que hacen posible el desarrollo de este seminario. Pedimos el auxilio del Espíritu de Dios para que nos ilumine y así nuestras conclusiones puedan servir de referencia para hacer más creíble el Evangelio de la Vida y del Trabajo a todos los trabajadores y trabajadoras de nuestro Continente. Que San Alberto Hurtado nos anime en este caminar.
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