viernes, 25 de septiembre de 2009

Memoria del Encuentro Continental de Pastoral Social Cáritas

Lima, Perú, del 14 al 17 de Setiembre 2009

I. Ver la realidad a la luz de la fe

CULTURAL

Estamos en una época de transición, entendida como un período en el cual las categorías de interpretación de los fenómenos socio-culturales y religiosos se encuentran en “crisis”, o para mejor decir en profunda revisión. Las tentativas de entender el cambio acelerado que vienen sufriendo los individuos/sujetos/ciudadanos/fieles para comprender, aprender y relacionarse con el mundo, reflejan una gama de interpretaciones.

Al mismo tiempo que esos esfuerzos expresan búsquedas sistémicas de explicación, cada vez más, se revelan insuficientes. Tal es el tamaño de la avalancha de cambios sufridos por las personas en todas las dimensiones de la vida cotidiana comenzando por nosotros mismos.

Tanto en las Ciencias Sociales cuanto en el sentido común emerge la sensación de que somos protagonistas/víctimas/objetos de profundas modificaciones culturales y de que todavía no tenemos claro en que consisten, que rumbo tomarán y las consecuencias a medio y corto plazo. Nuestros países están marcados por incertidumbre, riesgo, desesperanza como formas de relación, además de ser naturalizada la desigualdad social.

Es sobre este telón de fondo que propongo que nos aproximemos a algunas de las mudanzas que afectan la dimensión cultural de nuestras realidades. Propongo que la mirada latinoamericana la hagamos a partir de cuatro ejes interpretativos y cómo esos pueden ser identificados en las nuevas generaciones. Esas cuatro claves de lectura, nos pueden ayudar a captar y capturar las nuevas configuraciones sociales, las construcciones subjetivas que afectan las relaciones de los individuos/sujetos/ciudadanos/fieles.

Así veremos:

1) de qué manera las nuevas tecnologías configuran la subjetividad, las relaciones interpersonales y sociales;
2) de qué forma la cultura de consumo afecta la sensibilidad social;
3) cuáles son las consecuencias urbanas de la cultura de violencia y
4) finalmente como todo esto afecta las concepciones de lo sagrado y la trascendencia en las mudanzas substanciales del campo religioso e institucional moderno.


POLÍTICA

El Documento conclusivo de Aparecida, a propósito del contexto y objetivo de la pastoral social, pide “diseñar acciones concretas que tengan incidencia en los Estados para la aprobación de políticas sociales y económicas que atiendan las varias necesidades de la población y que conduzcan a un desarrollo sostenible” (DA 203).

Sin embargo, el principal reto en América Latina y El Caribe en la actualidad es la reconfiguración de verdaderos Estados nacionales de derecho que garanticen la soberanía de sus pueblos y respeten, protejan, promuevan y cumplan, sin discriminaciones y retrocesos los derechos humanos, en especial los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Ello exige la consolidación de una democracia transparente, participativa y el desarrollo de una ciudadanía activa y responsable que sea capaz de reclamar legalmente y exigir incluso judicialmente el cumplimiento de sus derechos por parte del Estado.

Hace falta una ciudadanía comprometida con el bien común y respetuosa de la ley frente al “ahorcamiento” de la democracia y el vaciamiento de la responsabilidad social del Estado, promovida por la globalización económica neoliberal, que ha generado una mayor desigualdad social y concentración del poder y la riqueza.

Múltiples actores sociales ampliaron en América Latina y El Caribe la demanda de los derechos humanos civiles y políticos relevantes en los peores momentos del autoritarismo como reivindicación fundamental en la democracia reformada. A la vez se cae en la cuenta que estos derechos, no avanzan gradualmente ni, una vez conquistados legalmente, resultan irreversibles.

Frente a la toma de conciencia de la depredación de la naturaleza y la dilapidación de los recursos naturales, particularmente los no renovables, producidos por el modelo económico capitalista vigente, se ampliaron aún más las demandas de los derechos económicos y sociales de las futuras generaciones a un medio ambiente sano. La reivindicación de estos derechos se convirtió en la posibilidad de fundamentar la transformación en las políticas más allá de las pugnas ideológicas.

También se constata que la dimensión práctica de la exigibilidad de garantía de estos derechos requiere de mecanismos de influencia en las políticas públicas y, por tanto, es imprescindible la creación de instituciones y mecanismos específicos de participación. Hoy asistimos, en efecto, a una revalorización del Estado y de sus funciones de regulación del mercado para el logro del bien común y orientar de manera más justa y equitativa la globalización de la economía.

Es necesario fortalecer un Estado democrático de derecho (con equilibrio de poderes e independencia del poder judicial) que asegure, de manera integral, el derecho a la información, la libertad de prensa y derechos sociales fundamentales: la salud, la alimentación, la educación, la vivienda y el trabajo decente.

Hay que fortalecer entonces las relaciones del Estado con la sociedad, reforzar los instrumentos de responsabilización de la Administración Pública, mediante el control parlamentario y la participación de la sociedad en las decisiones que le afectan directamente. Es necesario dar más fuerza a la sociedad civil, sin debilitar el poder de negociación y las tácticas de alianza con los diversos actores, asociando el aumento de la participación con el refuerzo de las instituciones representativas.

ECONÓMICA

1. Las recientes crisis —financiera, energética, de cambio climático, alimentaria— recaen sobre una economía estructuralmente distorsionada en América Latina y el Caribe, y tras más de dos décadas de “reformas económicas”.

2. Si bien estas reformas incluían medidas útiles para “sanear la economía”, obedecían más a las orientaciones de una economía internacional y de una globalización luego, a la que interesaba la apertura de nuestras economías, su orientación a la exportación, la atracción de inversión extranjera directa (IED), y conforme a lógica e intereses de actores protagónicos de esa globalización —en particular las grandes empresas transnacionales—.

3. Desde antes de las crisis recientes, serios analistas han venido señalando el fracaso de las reformas sobre todo por su incapacidad de eliminar la pobreza y por el aumento de la inequidad al interior de nuestros países y de estos en relación a los más ricos. Hubo efectos negativos del desmantelamiento del Estado en favor del sector privado. También se han criticado los fallos de la concepción teórica de estas reformas, su carácter ideológico centrado en una creencia de determinada forma de economía de mercado como modelo único.

4. Dado el carácter estructural de las modificaciones realizadas revertir el proceso o transformarlo es muy difícil tarea.

5. Las crisis recientes tienen como canales de transmisión a ALC los mismos rasgos configurados por las reformas económicas: orientación predominante a la exportación, dependencias en IED, remesas y afluencia del turismo.

6. Entre los más serios efectos de las crisis están su impacto en la situación de los trabajadores (pérdida de empleo, cantidad y calidad), la agudización de la vulnerabilidad social y la reducción de posibilidades de gasto público social y cooperación externa. Ahora con limitadas válvulas de escape (empleo informal, migraciones, etc.).

7. Retos derivados de esta situación para la pastoral social de la Iglesia:
· Contribución a la construcción de una economía alternativa (Caritas in Veritate 27 y 33), apuntar a una estrategia de desarrollo multidimensional, integradora, coherente con una espiritualidad planificante, elaborada con gran participación en diálogo ciudadano.
· Buscar la implicación de universidades y centros de investigación católicos en esta búsqueda.
· Trabajar en colaboración con grupos, organizaciones y sectores con perspectiva de transformación de la economía y de opción preferencial por los más débiles.


A modo de conclusión, resaltamos estos desafíos de los tiempos actuales:

Conflictos medio ambientales
Cambiantes rostros de la pobreza

Conflictos medio ambientales

En la actualidad los grandes proyectos de empresas transnacionales buscan usar desmedidamente los bienes naturales de los cuales America Latina goza en un nivel muy alto comparativamente hablando: entre ellos, el agua, los bosques, los minerales y metales.

Estas actividades están destruyendo gravemente el medio ambiente en connivencia con grupos locales interesados en enriquecerse y con la actitud en la gran mayoría de los casos de Estados débiles e inoperantes en la protección de los bienes naturales de su propio país.
Estas actividades económicas se apoyan fuertemente en planes que fomentan las exportaciones fundamentalmente de materias primas usando la falacia que dichas actividades contribuyen al desarrollo y al progreso. La realidad es otra: los procesos de empobrecimiento crecen a lo largo y a lo ancho del continente, empujando a cientos de miles de personas a emigrar especialmente hacia Estados Unidos, Canadá y Europa.

Todo este proceso de aprovechamiento desmedido de los bienes naturales, en nombre de aumentar la riqueza, está caracterizado por la entrega abierta de territorio, exenciones tributarias, facilidades en las concesiones del uso del agua, licencias de exploración y explotación de minerales y metales, con la desprotección de los derechos de los trabajadores, en desmedro del cuidado del medio ambiente, de la salud y del modo de vivir de muchas comunidades. Normalmente en las poblaciones indígenas al momento de impulsar proyectos productivos y explotación de los bienes naturales, no se aplica el convenio 169 de la OIT, lo cual pone de manifiesto el irrespeto a la voluntad de las poblaciones y hace surgir conflictos muy serios.

Hay que denunciar con fuerza que las compañías transnacionales, particularmente canadienses, en el área de la industria extractiva de metales, con inversiones comparativamente mínimas se llevan recursos de enorme valor. Dejan en cambio un saldo de contaminación y destrucción del medio ambiente, empeorando las condiciones de pobreza y deficiencia en el área sanitaria de las poblaciones en cuyos territorios se realizan estas actividades.

El cuadro es complicado y desafiante: grandes corporaciones transnacionales, organizaciones intergubernamentales instrumentalizadas por el gran capital, gobiernos y políticos locales sumisos, legislaciones débiles o inexistentes, falta de participación ciudadana real por ausencia de consultas. Esto lleva a que los grandes bienes naturales de America latina disminuyan gravemente con todas las consecuencias que ello trae. Así se busca impulsar procesos de desarrollo fundamentados en el afán del lucro y la ganancia sin buscar procesos de desarrollo integrales, sostenibles para el hombre y para todos los hombres, especialmente para los más empobrecidos.

El contraste entre estas visiones que corresponden a acciones muy concretas es el conflicto fundamental del cual se originan otros conflictos: criminalización de la lucha ambientalista, persecución contra los defensores del medio ambiente, condena de los movimientos sociales de resistencia.

Delante de todo esto queda claro que no puede haber otra opción que la de Aparecida: opción preferencial por los pobres que atraviese todas las estructuras pastorales de la Iglesia y que comporte un decidido compromiso a favor del cuidado del ambiente como casa común, aunque esto signifique correr el peligro de muerte.


Cambiantes rostros de la pobreza

1) Consideraciones previas:

o Transferir a la Pastoral Social la sorprendente receptividad que tuvo la Conferencia de Aparecida.

o En Aparecida, el compromiso por la vida es visto como parte integrante del tema central que consiste en una síntesis dinámica del Evangelio: “Discípulos misioneros de Jesucristo”, como subtema: “para que nuestros pueblos tengan vida”, explicita el tema central y muestra cómo la promoción de vida plena es parte integrante del evangelio, y en consecuencia debe formar parte indispensable de la vida de la Iglesia.

o De esta manera la Pastoral Social entendida como acción de la Iglesia a favor de la vida, es parte de la misión, necesita ser integrada en la “Misión Continental” que Aparecida propone.

2) Cultivar una intensa espiritualidad que ayude a los agentes de pastoral, a toda la comunidad eclesial a percibir “en los rostros sufrientes de los pobres” el propio rostro de Cristo sufriente.

Por ello, toda pastoral social precisa estar impregnada de una mística que ofrezca a la Iglesia las mismas motivaciones que llevaron a Cristo a tener a los pobres como destinatarios privilegiados de su Evangelio.

Cultivar la alegría de ser enviados en misión por Cristo, pero también la alegría de reconocer a Cristo en la persona de los pobres.

Destacamos tres niveles de Pastoral Social:

a. La acción específica de la Iglesia junto a los pobres, presencia de solidaridad, respeto y motivación para que los propios pobres asuman su situación y se sientan amados por la Iglesia.

b. Acción de incidencia sobre las esferas políticas. La Iglesia como “abogada de los pueblos” y “defensora de los pobres” asumiendo la causa de la justicia social.

c. Acción junto a la ciudadanía, incentivar y organizar a los ciudadanos para la participación de manera consciente en la vida económica, social, política y cultural en beneficio del Bien Común, sobre todo de los más necesitados.
Aportes de los grupos de reflexión:
Una mayor reflexión teológica y pastoral. Para ello debe desarrollarse un itinerario formativo.
Acompañamiento de la Iglesia a los pobres en la perspectiva de la construcción del Reino, y darle la debida continuidad.
Suscitar una “nueva imaginación de la Caridad” y la mística de compromiso.
Fomentar prácticas de rendición de cuentas y transparencia.
Formación de la conciencia política, de nuevos liderazgos de manera que influyan eficazmente en las decisiones.
Promover diálogos y consensos sociales.
Dignificar la acción política.
Motivar diálogos con la clase media.
Promover el cambio del modelo económico en base a la inclusión, la justicia y la solidaridad global y promover reformas fundamentales del Estado en esa perspectiva.
Rescatar las experiencias de economía solidaria identificando los factores de éxito y fracaso.
Trabajar conjuntamente con la sociedad civil y los movimientos sociales.
Promover la articulación de redes en la perspectiva de la transformación de la sociedad hacia una sociedad justa y solidaria.
Influir en el mundo académico, acercamiento a las Universidades, en especial a las universidades católicas.
Desarrollar la cultura del don y del compartir como elemento central de nuestra identidad.
Construir una Iglesia solidaria con clara voz profética.
Desarrollar una espiritualidad basada en la civilización del Amor. Que el laicado “ocupe su puesto” en la Iglesia y en la construcción de la sociedad.
Promover la pastoral social y ambiental desde las parroquias y comunidades eclesiales de base.
Asumir la defensa y cuidado de los bienes de la creación.
Facilitar la cercanía de los pastores, agentes pastorales y líderes sociales a las realidades de los conflictos socio ambientales, la sensibilización y el compromiso.



II. Juzgar desde las propuestas de Aparecida


VISIÓN CRISTOLÓGICA

“En el rostro de Jesús Cristo, muerto y resucitado, maltratado por nuestros pecados y glorificado por el Padre, en ese rostro doliente y glorioso, podemos ver, con la mirada de la Fe el rostro humillado de tantos hombres y mujeres de nuestros pueblos...” (DA. 32).

“Si esta opción está implícita en la fe cristológica, los cristianos, como discípulos misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: ‘Los rostros sufrientes de los pobres son los rostros sufrientes de Cristo´” (DA. 393).

Este último texto citado muestra la relación intima existente entre las dos afirmaciones: “Ellos (rostros) desafían el núcleo de trabajo de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas. Todo lo que tenga relación con Cristo tiene relación con los pobres, y todo lo que está relacionado con los pobres clama por Jesús Cristo: “Cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo” (Mt 25,40)” (DA. 393). Podemos, decir que el seguimiento de Jesús se da en la historia y no puede ser desvinculado de la persona histórica de Jesús de Nazaret, que se torna siempre, en todos los momentos de la historia, la fuente de todos los significados.




Fundar comunidades consecuentes con la práctica histórica de Jesús de Nazaret

La misión del cristianismo es crear comunidades. No se puede ser cristiano fuera de una comunidad. Es por medio de las comunidades que Jesús Cristo se torna presente y se multiplica por el mundo entero. Con su actuar, las comunidades dan la contribución cristiana al proceso de liberación. En América Latina y el Caribe hoy, y un poco por todo el mundo aunque de modo minoritario, notamos la contribución de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) que, con la inserción de los cristianos y cristianas en la lucha de liberación de los pobres y excluidos, iniciaron una nueva experiencia eclesial. Han proporcionado así un nuevo modo de vivir la fe (nueva práctica de la fe), un nuevo modo de interpretar la fe (nuevo modo de interpretar la Biblia y de hacer teología) y un nuevo modo de celebrar la fe (inculturación de la liturgia).



VISIÓN ECLESIOLÓGICA

Parámetros de lectura

Es importante ubicarse:

(1) En la perspectiva del Concilio (Cf. DA 100b); (2) en la tradición del Magisterio latinoamericano (Cf. DA 19); (3) al servicio de una vida plena (Cf DA 358); (4) y desde los pobres – no poder (Cf. DA 139).
Presupuestos
La Iglesia en Aparecida se entiende a sí misma:
1) A partir de la realidad concreta, ésta es contenido que imprime a la Iglesia un rostro y una identidad propia (Cf. DA 100h).
2) Subordinada a la persona de Jesús, contra todo eclesiocentrismo, y en función del Reino.

Consideraciones eclesiológicas a partir de Aparecida
1) El proyecto salvífico de Dios pasa a través de la mediación comunitaria. Ante “el debilitamiento de los vínculos comunitarios” (DA 44), Aparecida propone una revaloración de la dimensión comunitaria de la fe. Desde ella se dinamiza la dimensión social del Evangelio y se genera desde la base, una “cultura de contraste” y una actitud de diálogo con quienes comparte su preocupación por el ser humano y la humanización de la VIDA.
2) Una comunidad de discípulos al servicio del Reino en una nueva realidad social. La Iglesia se ve en Aparecida como “comunidad de discípulos” llamada a conformar a sus miembros con Jesús (Cf. DA 131), en un compromiso verdadero a favor de la vida, de la promoción humana y la auténtica liberación de todo ser humano (Cf. DA 399). No es un área de la pastoral, sino una dimensión que atraviesa toda su vida y misión. Este compromiso es acompañado por la Palabra y busca generar una cultura de contraste y exigirá de ella una verdadera conversión pastoral (Cf. DA 365).
3) «Entrar en la dinámica del Buen Samaritano», es el camino pastoral de la Iglesia (Cf. DA 135) que la lleva a hacerse cercana a los pobres y excluidos, reconociendo que son “parte constitutiva de nuestra fe cristológica” y dejándose afectar por ellos, haciéndolos protagonistas de su desarrollo. Este camino desplaza su “lugar” pastoral hacia la marginalidad (“la orilla del camino”) y la lleva a concretizar su opción preferencial y una metodología propia, configurándola como “Iglesia de los pobres”.
VISIÓN ANTROPOLÓGICA

Las estructuras antropológicas de la propuesta misionera de Aparecida y la Pastoral Social

Nos preguntamos de qué manera la Pastoral Social se deja interpelar y es enriquecida por la propuesta misionera de Aparecida, y lo hacemos tratando de explicitar las estructuras antropológicas de esa propuesta.

Cuando se habla de estructuras antropológicas en la misión, la reflexión suele orientarse a los destinatarios o interlocutores. Particularmente, se señalan aquellas dimensiones profundas de los sujetos que los predisponen a la recepción del anuncio evangélico. Pero este anuncio no es sólo el Kerygma. Es la acción evangelizadora integral de la Iglesia esencialmente unida a la promoción de todo el hombre. Por eso en Pastoral Social interesa remarcar la íntima unidad que existe entre la predicación del amor de Dios que nos salva en Cristo (dimensión más misionera) y la inmensa dignidad de cada ser humano que necesita ser defendida y promovida (dimensión específicamente social).

Las estructuras antropológicas se consideran desde la perspectiva del deseo de vivir con plenitud y dignidad que hay en todo ser humano, de tal manera que la finalidad de la propuesta evangelizadora se presente como respuesta a ese anhelo humano. Así lo ha hecho Aparecida con su propuesta muy vitalista y por ello bien latinoamericana: “La propuesta de Jesucristo a nuestros pueblos, el contenido fundamental de esta misión, es la oferta de una vida plena para todos” (DA 361). A esta finalidad debe someterse toda la actividad de la Iglesia, para que nuestros pobres tengan vida digna y plena ya ¨en esta tierra¨ (DA 355).

Pero la vida tiene dos leyes profundas, de tal manera que sólo hay vida plena si se vive en comunidad (fraternidad y justicia) y si se comunica vida (misión con sentido social). Esta convicción permitiría superar la fragilidad de los agentes pastorales actuales, hijos de la cultura posmoderna, que se dejan contagiar por el consumismo individualista que dificulta compromisos reales y estables por la vida de los pobres.

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